jueves, 22 de julio de 2010

ANTONIO MACHADO









Leonor, Guiomar, la madre y España son grandes símbolos en la poesía de Antonio Machado. Asimismo, un valor preponderante juega el tiempo, en el dinamismo del quehacer poético.
Rompiendo los esquemas que propusieron y cultivaron casi todos los integrantes de la Generación del 98, Machado pone a prueba la posibilidad de escribir con un lenguaje sencillo, clavado en lo más hondo de las emociones de los seres humanos, que no solo disfrutan la vida; antes bien, la cultivan, la idolatran.
Pasea por la geografía de su patria con las habilidades de un fotógrafo. Le es suficiente y mejor el uso de la palabra y, cada vez que lo desea, es el maestro que nos desafía a las reflexiones esenciales sobre nuestros roles en el mundo y sobre la ética en nuestra actitud ante las cosas, ante los otros seres humanos y ante el universo.
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YO VOY SOÑANDO CAMINOS

     Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
 a lo largo del sendero...
- La tarde cayendo está -.
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón."
     Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
     La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
    Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada."
(De: Soledades).

ABRIL FLORECÍA

     Abril florecía
frente a mi ventana.
Entre los jazmines
y las rosas  blancas
de un balcón florido,
vi las dos hermanas.
La menor cosía,
la mayor hilaba...
Entre los jazmines
y las rosas blancas,
la más pequeñita,
risueña y rosada
- su aguja en el aire -,
miró a mi ventana.
La mayor seguía
silenciosa y pálida,
el huso en su rueca
que el lino enroscaba.
Abril florecía
frente a mi ventana.
     Una clara tarde
la mayor lloraba,
entre los jazmines
y las rosas blancas,
y ante el blanco lino
que en su rueca hilaba.
- ¿Qué tienes - le dije -
silenciosa pálida?
Señaló el vestido
que empezó la hermana.
En la negra túnica
la aguja brillaba;
sobre el velo blanco,
el dedal de plata.
Señaló a la tarde
de abril que soñaba,
mientras que se oía
tañer de campanas.
Y en la clara tarde
me enseñó sus lágrimas...
Abril florecía
frente a mi ventana.
     Fue otro abril alegre
y otra tarde plácida.
El balcón florido
solitario estaba...
Ni la pequeñita
risueña y rosada,
ni la hermana triste,
silenciosa y pálida,
ni la negra túnica,
ni la toca blanca...
Tan sólo en el huso
el lino giraba
por mano invisible,
y en la oscura sala
la luna del limpio
espejo brillaba...
Entre los jazmines
y las rosas blancas
del balcón florido,
me miré en la clara
luna del espejo
que lejos soñaba...
Abril florecía
frente a mi ventana.
(De: Canciones).

CONSEJOS

I

     Este amor que quiere ser
acaso pronto será;
pero ¿cuándo ha de volver
lo que acaba de pasar?
    Hoy dista mucho de ayer.
¡Ayer es Nunca jamás!

II

Moneda que está en la mano
quizá se deba guardar;
la monedita del alma
se pierde si no se da.
(De: Humorismos, fantasías, apuntes)   
¿ERES TÚ, GUADARRAMA...

     ¿Eres tú, Guadarrama, viejo amigo,
la sierra gris y blanca,
la sierra de mis tardes madrileñas
que yo veía en el azul pintada?
      Por tus barrancos hondos
y por tus cumbres agrias,
mil Guadarramas y mil soles vienen,
cabalgando conmigo, a tus entrañas.
(De: Campos de Castilla

PROVERBIOS Y CANTARES

XXIX
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vida atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
seno estelas en la mar.
(De: Campos de Castilla).

DOS SONETOS A GUIOMAR

I

Perdón, Madonna del Pilar, si llego
al par que nuestro amado florentino,
con una mata de serrano espliego,
con una rosa de silvestre espino.
    ¿Qué otra flor para ti de tu poeta
si no es la flor de su melancolía?
Aquí, donde los huesos del planeta
pule el sol, hiela el viento, diosa mía,
     ¡con qué divino acento
me llega a mi rincón de sombra y frío
tu nombre, al acercarme el tibio aliento
     de otoño el hondo resonar del río!
Adiós: cerrada mi ventana, siento
junto a mí un corazón...¿Oyes el mío?

II

De mar a mar entre los dos la guerra,
más honda que la mar. En mi parterre,
miro a la mar que el horizonte cierra.
Tú, asomada, Guiomar, a un finisterre,
    miras hacia otro mar, la mar de España
que Camoens cantara, tenebrosa.
Acaso a ti mi ausencia te acompaña.
A mí me duele tu recuerdo, diosa.
     La guerra dio al amor el tajo fuerte.
Y es la total angustia de la muerte,
con la sombra infecunda de tu llama
     y la soñada miel de amor tardío,
y la flor imposible de la rama
que ha sentido del hacha el corte frío.
(De: Cancionero apócrifo)



miércoles, 21 de julio de 2010

FEDERICO GARCÍA LORCA








Alma y canto de Granada y España. Tal es para nosotros el gran Federico, alegre y juguetón en gran parte de su obra literaria, mientras no aparecieran quienes nunca lo quisieron o nunca lo comprendieron.
Al lado de una importante obra teatral que nos dejó como legado, la poesía de Federico sobresale nítidamente por ser el lucimiento de la vida española en sus más típicas facetas, con el ritmo del cante jondo que lo acompaña desde lejos y desde cerca,como parte de la fiesta literaria.
La verdad es que sus poemas son el impulso vívito que nos envuelve en el modus vivendi del andaluz  de siempre, lleno de refranes, de lisonjas para el encanto de las mujeres y de una broma para los amigos, compartiendo con otros la vida española. 
La palabra viene del pueblo y va hacia él - que nos disculpe Vallejo por recordarlo tan de pronto-, porque a nuestro juicio Federico quiso llevar a niveles de trascendencia el modo de ser del hombre común y corriente, en sus quehaceres y en ese lenguaje travieso, musical y lleno de imágenes. 
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MADRIGAL


Yo te miré a los ojos
cuando era niño y bueno.
Tus manos me rozaron
y me diste un beso.


(Los relojes llevan la misma cadencia,
y las noches tienen las mismas estrellas.)


Y se abrió mi corazón
como una flor bajo el cielo,
los pétalos de lujuria
y los estambres de sueño.


(Los relojes llevan la misma cadencia,
y las noches tienen las mismas estrellas.)


En mi cuarto sollozaba
como el príncipe del cuento
por Estrellita de oro
que se fue de los torneos.


(Los relojes llevan la misma cadencia,
y las noches tienen las mismas estrellas.)


Yo me alejé de tu lado
queriéndote sin saberlo.
No sé cómo son tus ojos,
tus manos ni tus cabellos.
Solo me queda en la frente
la mariposa del beso.


(Los relojes llevan la misma cadencia,
y las noches tienen las mismas estrellas.)


(De: Libro de poemas).

BALADILLA DE LOS TRES RÍOS

                 A Salvador Quintero

El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada,
uno llanto y otro sangre.

¡Ay amor,
que se fue por el aire!

Para los barcos de vela
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
solo reman los suspiros.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!

¡Ay,amor
que se fue y no vino!

Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

(De: Poema del cante jondo).

LA GUITARRA


Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas.
(De: Poema del cante jondo).


CRÓTALO


Crótalo.
Crótalo.
Crótalo.
Escarabajo sonoro.


En la araña
de la mano
rizas el aire
cálido,
y te ahogas en tu trino
de palo.


Crótalo.
Crótalo.
Crótalo.
Escarabajo sonoro.
(De: Poema del cante jondo).

EL LAGARTO ESTÁ LLORANDO

               A Mademoiselle Teresita Guillén
                  tocando un piano de siete notas

El lagarto está llorando.
La lagarta está llorando.

El lagarto y la lagarta
con delantaritos blancos.

Han perdido sin querer
su anillo de desposados.

¡Ay, su anillito de plomo,
ay, su anillito plomado!

Un cielo grande y sin gente
monta en su globo a los pájaros.

El sol, capitán redondo,
lleva un chaleco de raso.

¡Miradlos qué viejos son!
¡Qué viejos son los lagartos!

¡Ay cómo lloran y lloran,
¡ay!, ¡ay!, cómo están llorando!

(De: Canciones).

IDILIO
Tú querías que yo te dijera
el secreto de la primavera.

Y yo soy para el secreto
lo mismo que es el abeto.

Árbol cuyos mil deditos
señalan mil caminitos.

Nunca te diré, amor mío,
por qué corre lento el río.

Pero pondré en mi voz estancada
el cielo ceniza de tu mirada.

¡Dame vueltas, morenita!
Ten cuidado con mis hojitas.

Dame más vueltas alrededor,
jugando a la noria del amor.

¿Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,
el secreto de la primavera.
(De: Canciones).

LA CASADA INFIEL

                A Lydia Cabrera
                     y a su negrita.

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

          °°°

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quitéla corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo,el cinturón con revólver.
Ella, sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la llevé al río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.
(De: Romancero gitano).

SON DE NEGROS EN CUBA

Cuando llegue la luna iré a Santiago de Cuba,
iré a Santiago
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Cantarán los techos de palmera.
Iré a Santiago.
Cuando la palma quiere ser cigüeña,
iré a Santiago.
Y cuando quiere ser medusa el plátano,
iré a Santiago.
Iré a Santiago
con la rubia cabeza de Fonseca.
Iré a Santiago.
Y con el rosa de Romeo y Julieta
iré a Santiago.
Mar de papel y plata de monedas.
Iré a Santiago.
¡Oh Cuba! ¡Oh ritmo de semillas secas!
Iré a Santiago.
¡Oh cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
Arpa de troncos vivos. Caimán. Flor de tabaco.
Iré a Santiago.
Siempre he dicho que yo iría a Santaigo
en un coche de agua negra.
Iré a Santiago.
Brisa y alcohol en las ruedas,
iré a Santiago.
Mi coral en la tiniebla,
iré a Santiago.
El mar ahogado en la arena,
iré a Santiago.
Calor blanco. Fruta muerta.
Iré a Santiago.
¡Oh bovino frescor de cañaveras!
¡Oh Cuba! ¡Oh curva de suspiro y barro!
Iré a Santiago.
(De: Poeta en Nueva York).

MADRIGAL A CIBDÁ DE SANTIAGO


Chove en Santiago
meu doce amor.
Camelia branca do ar
brila entebrecida ô sol.


Chove en Santiago
na noite escura.
Herbas de prata  e de sono
cobren a valeira lúa.


Olla a choiva pol-a rúa,
liao de pedra e cristal.
Olla no vento esvaído
soma e cinza do teu mar.


Soma e cinza do teu mar
Santiago, lonxe do sol;
Agoa do mañám anterga
trema no meu corazón.
(De: Seis poemas gallegos).
           
LA TARARA


La Tarara,sí;
la Tarara, no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.


Lleva mi Tarara
un vestido verde
lleno de volantes
y de cascabeles.


La Tarara, sí;
la Tarara,no;
la Tarara, niña,
que la he visto yo.


Luce mi Tarara
su cola de seda
sobre las retamas
y la hierbabuena.


Ay, Tarara loca.
Mueve la cintura
para los muchachos
de las aceitunas.
(De: Cantares populares).


miércoles, 31 de marzo de 2010

PEDRO SALINAS






Desde el principio, tuve conciencia que Pedro Salinas gozaba de un ascendrado respeto entre los intelectuales españoles. Los jóvenes, estudiosos o no de la poesía, veían en don Pedro al medium que les permitiría disfrutar de la palabra exacta para desentrañar con más profundidad el intento a veces difícil  de ser humanos plenos, a la vez de ir en busca de los orígenes del amor y sus atributos.
En el colectivo de la literatura, Salinas era el modelo de gran poeta y destacado maestro de muchas generaciones, en España,Francia, Estados Unidos y Puerto Rico.
Su poesía estaba destinada para reflexiones y emociones intensas: lo humano en su totalidad. En este contexto, la obra de Salinas resulta un tesoro lúdico acompañado de ritmo y entusiasmo.
Pedro Salinas sigue siendo fuente de ejercicio para mantener vivos los altos valores de nuestro idioma y por los deleites que nos produce más allá del lenguaje habitual, caminando en los linderos de la metáfora y del metalenguaje.
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FE MÍA
No me fío de la rosa
de papel,
tantas veces que la hice
yo con mis manos.
Ni me fío de la otra
rosa verdadera,
hija del sol y sazón,
la prometida del viento.
De ti que nunca te hice,
de ti que nunca te hicieron,
de ti me fío,redondo
seguro azar.
(De: Seguro azar)

LA TARDE LIBRE



La semana de abril
de pronto se sintió
una ausencia en el pecho:
jueves, su corazón.
Sí, robamos el jueves.
Ella y yo, silenciosos,
de la mano,losdos.
Lerobamoscon todo.
Con los circos redondos,
y sus volatineras
tiernas, conceptuosas
doncellas de los saltos.
Con las cajas de lápices,
rojos, azules, verdes,
y blancos, blancos, blancos,
blancos, para escribir
en las diez de la noche
delos cielos más negros
cartas a las auroras.
Con las tiendas sin nadie:
se vendían paisajes,
héroes, teorías,
arpas. Y todo a cambio
de arena de la playa.
De arena tan hermosa
que al mirarla
no se compraba nada
por no dejarla allí
color de carne intacta,
entre plata, entre cobre.
Con todo, sí, con todo.
Con escuelas de adioses
a las sombras y al beso.
Al salir se creían
los cuerpos y los labios
que nunca estaban solos.
Sí, con todo y sin fin.
Delicia de ser cómplices
en delicias, los dos.
Y en el borde del miércoles
ver quedarse parados
almanaques atónitos
-no podían seguir_
mientras tú y yo secretos,
ya más allá del cielo,
del tiempo, de los números,
vivíamos el jueves.
(De: Fábula y signo).


YO NO NECESITO TIEMPO
.....................................
Yo no necesito tiempo
para saber cómo eres:
conocerse es el relámpago.
¿Quién te va a ti a conocer
en lo que callas, o en esas
palabras con que lo callas?
El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
más que alusiones de ti,
pretextos donde te escondes.
Ir siguiéndote hacia atrás
en lo que tú has hecho, antes,
sumar acción con sonrisa,
años con nombres, será
ir perdiéndote. Yo no.
Te conocí en la tormenta.
Te conocí, repentina,
en ese desgarramiento
brutal de tiniebla y luz,
donde se revela el fonod
que escapa al dìa y a la noche.
Te vi, me has visto, y ahora,
esnuda ya del equivoco,
de la historia, del pasado,
tú, amazona en la centella,
palpitante de recién
llegada sin esperarte,
eres tan antigua mía,
te conozco tan de tiempo,
que en tu amor cierro los ojos,
y camino sin errar,
a ciegas, sin pedir nada
a esa luz lenta y segura
con que se conocen letras
y formas y se echan cuentas
y se cree que se ve
quién eres tú, mi invisible.
(De: La voz a ti debida).


PARA VIVIR NO QUIERO


Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!


Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
"Yo te quiero, soy yo".
(De: La voz a ti debida).


SÍ, TODO CON EXCESO


¡Sí, todo con exceso:
la luz, la vida, el mar!
Plural todo, plural,
luces, vidas y mares.
A subir, a ascender
de docenas a cientos,
de cientos a millar,
en una jubilosa
repetición sin fin
de tu amor, unidad.
Tablas, plumas y máquinas,
todo a multiplicar,
caricia por caricia,
abrazo por volcán.
Hay que cansar los números.
Que cuenten sin parar,
que se embriaguen contando,
y que no sepan ya
cuál de ellos será el último:
¡qué vivir sin final!
Que un gran tropel de ceros
asalte nuestras dichas
esbeltas, al pasar,
y las lleve a su cima.
Que se rompan las cifras,
sin poder calcular
ni el tiempo ni los besos.
Y al otro lado ya
de cómputos, de sinos,
entregarnos a ciegas
- ¡exceso, qué penúltimo! -
a un gran fondo azaroso
que irresistiblemente
está
cantándonos a grios
fúlgidos de futuro:
"Eso no es nada, aún.
Buscáos bien, hay más".
(De: La voz a ti debida).


QUÉ ALEGRÍA, VIVIR


Qué alegría,vivir
sintiéndose vivido.
Rendirse
a la gran certidumbre, oscuramente,
de que otro ser, fuera de mí, muy lejos,
me está viviendo.
Que cuando los espejos, los espías
-azogues, almas cortas-, aseguran
que estoy aquí, yo, inmóvil,
con los ojos cerrados y los labios,
negándome al amor
de la luz, de la flor y de los nombres,
la verdad trasvisible es que camino
sin mis pasos, cn ogros,
allá lejos, y allí
estoy besando flores, luces, hablo.
Que hay otro ser por el que miro el mundo
porque me está queriendo con sus ojos.
Que hay otra voz con la que digo cosas
no sospechadas por mi gran silencio;
y es que también me quiere con su voz.
La vida -¿qué transporte ya!-, ignorancia
de lo que son mis actos, que ella hace,
en que ella vive, doble, suya y mía.
Y cuando ella me hable
de un cielo oscuro, de un paisaje blanco,
recordaré
esstrellas que no vi, que ella miraba,
y nieve que nevaba allá en su cielo.
Con la extraña delicia de acordarse
de haber tocado lo que no toqué
sino con esas manos que no alcanzo
a coger con las mías, tan distantes.
Y todo enajenado podrá el cuerpo
descansar, quieto, muerto ya. Morirse
en la alta confianza
de que este vivir mío no era sólo
mi vivir: era el nuestro. Y que me vive
otro ser por detrás de la no muerte.
(De: La voz a ti debida).


TÚ NO PUEDES QUERERME


Tú no puedes quererme:
estás alta, ¡qué arriba!
Y para consolarme
me envías sombras, copias,
retratos, simulacros,
todos tan parecidos
como si fueses tú.
Entre figuraciones
vivo, de ti, sin ti.
Me quieren,
me acompañan. Nos vamos
por los claustros del agua,
por los hielos flotantes,
por la pampa, o a cines
minúsculos y hondos.
Siempre hablando de ti.
Me dicen:
"No somos ella, pero
¡si tú vieras qué iguales!"
Tus espectros, qué brazos
largos, qué labios duros
tienen: sí, como tú.
Por fingir que me quieres,
me abrazan y me besan.
Sus voces tiernas dicen
que tú abrazas, que tú
besas así. Yo vivo
de sombras, entre sombras
de carne tibia, bella,
con tus ojos, tu cuerpo,
tus besos, sí, con todo
lo tuyo menos tú.
Con criaturas falsas,
divinas, interpuestas
para que ese gran beso
que no podemos darnos
me lo den, se lo dé.
(De: La voz a ti debida).


SERÁS AMOR


¿Serás, amor,
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separse.
En el primer encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y sólo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo:
es prolongar el hecho mágico,
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan,
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo, altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales.
Es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara.
Y que lo más seguro es el adiós.
(De: Razón de amor).


AHORA TE QUIERO



Ahora te quiero,
como el mar quiere a su agua:
desde fuera, por arriba,
haciéndose sin parar
con ella tormentas, fugas,
albergues, descansos, calmas.
¡Qué frenesíes, quererte!
¡Qué entusiasmo de olas altas,
y qué desmayos de espuma
van y vienen! Un tropel
de formas, hechas, deshechas,
galopan desmelenadas.
Pero detrás de sus flancos
está soñándose un sueño
de otra forma más profunda
de querer, que está allá abajo:
de no ser ya movimiento,
de acabar este vaivén,
este ir y venir, de cielos
a abismos, de hallar por fin
la inmóvil flor sin otoño
de un quererse quieto, quieto.
Más allá de ola y espuma
el querer busca su fondo.
Esa hondura donde el mar
hizo la paz con su agua
y están queriéndose ya
sin signo, sin movimiento.
Amor
tan sepultado en su ser,
tan entregado, tan quieto,
que nuestro querer en vida
se sintiese
seguro de no acabar
cuando terminan los besos,
las miradas, las señales.
Tan cierto de no morir
como está el gran amor de los muertos.
(De: Razón de amor).



martes, 16 de marzo de 2010

MIGUEL HERNÁNDEZ




Congenié con Miguel Hernández desde el primer momento en que me encontré con su voz, porque algo en común me facilitó entender su universo, sus sueños. Como él, tuve una infancia rural, al lado del ganado, lidiando con las yuntas, cuidando el yugo, escuchando a los labradores,  aunque en paisajes distintos. Con Miguel entendí fácilmente que los seres humanos estamos sobre la misma tierra, somos el mismo barro  y bajo el mismo cielo. 
Miguel inició el camino en su Orihuela dolorosamente amada, poéticamente amada, sin saber que tendría días breves y  rápidamente vividos.
Creo que Miguel Hernández vivió para dar testimonio de un mundo que en el afán de trascendencia los seres humanos siempre añoramos: Un mundo de ternura y sosiego, lejos de esa masificada desesperación por absorber a como dé lugar los avances de la industria y las tecnologías, ahora inmersos en la maraña global.
En la mitad de sus escasos años, Miguel sufrió y habló por lo conflictivo que le significó la vida, entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre la generosidad y el egoísmo, entre la alegría y el infortunio. Su poesía es un discurso latente y extendido en el deseo de maduración del alma humana.

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IMAGEN DE TU HUELLA

III
Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos.
No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando cardos y agostando hinojos.
No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.
Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,
que en ti principia, amor, y en mí termina.

EL SILBO VULNERADO
14
La pena hace silbar, lo he comprobado,
cuando el que pena, pena malherido,
pena de desamparo desabrido,
pena de soledad de enamorado.

¿Qué ruy-señor amante no ha lanzado
pálido, fervoroso y afligido,
desde la lustre soledad del nido
el amoroso silbo vulnerado?
¿Qué tórtola exquisita se resiste

ante el silencio crudo y favorable
a expresar su quebranto de vïuda?
Silbo en mi soledad, pajaro triste,
con una devoción inagotable,
y me atiende la sierra siempre muda.
ELEGÍA
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(10 de enero de 1936)


VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tilempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;:
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habréis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculos de los bueyes,
está despundanto el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantanto espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
(De: Viento del pueblo)



BESARSE, MUJER
Besarse, mujer,
al sol, es besarnos
en toda la vida.
Ascienden los labios
eléctricamente
vibrantes de rayos,
con todo el fulgor
de un sol entre cuatro.
Besarse a la luna,
mujer, es besarnos
en toda la muerte.
Descienden los labios
con toda la luna
pidiendo su ocaso,
gastada y helada
y en cuatro pedazos.
(De: Cancionero y romancero de ausencias).